Discurso de titulación 2012, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
- Marcela Abedrapo
- 30 jul 2016
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Discurso de titulación 2012.
Cuando supe que sería yo quien diera el discurso en esta jornada de graduación se me vinieron a la cabeza recuerdos tan desordenados, que tuve que obligarme a realizar una antihistórica línea de tiempo y tratar de situarme en un tradicionalismo historiográfico para poder hacer el recuerdo. Sin embargo, como lo que construimos está muy lejos de la linealidad los sucesos se agolpan sin orden alguno, ni de importancia ni temporalidad. ¿Cuando fue que en un encuentro en el Caneo de Nos discutíamos sobre la importancia de la organización estudiantil? ¿Antes o después dijimos en una asamblea que era importante para la academia levantar una federación? Fue con el sindicato que salimos a marchar un día de protesta nacional, un compañero de la Jota dio un discurso, si, lo recuerdo, un funcionario y un académico también. A esta universidad llegué el 2007 y fui recibida por el profesor Leopoldo Benavides en la oficina más humilde de Matte Pérez. En la primera conversación supe que debía quedarme aquí. Esto era lo que andaba buscando: no un paraíso, sino un lugar lleno de contradicciones pero que abriera espacios para discutir, pensar y producir. Muchas son las críticas que pueden hacérsele a esta UAHC, que pueden ir desde el cobro de aranceles y el tratamiento a la morosidad, distintas visiones de cómo construir programas académicos en cada carrera. Podríamos discutir si Historia necesita clases de lenguaje y expresión escrita o qué cantidad de electivos requiere psicología. También podemos discutir horas sobre la falta de confort en el baño e incluso puede ser este uno de los motivos por los cuales se baje un paro estudiantil. Pero, la misma Academia nos enseña a centrar el foco de la discusión en asuntos que tienen que ver con cuestiones trascendentales en la vida y la organización social. La historia se construye con las subjetividades, pero la realidad no es meramente lenguaje. Aquí se forman profesionales que discursivamente están preparados para enfrentar el mundo laboral con una concepción crítica de las cosas, con la capacidad de desnaturalizar lo asentado tradicionalmente por la teoría anquilosada en el pensamiento conservador, que se replica en muchas universidades del Estado y en todas las privadas con fines de lucro. Pero siendo esto muy importante, lo es aún más, que cada uno de los egresados de estas escuelas sean capaces de ser conscientes de las concepciones ideológicas, tanto las que transportamos como de las que combatimos y darle coherencia con la práctica. Lograr esta conjunción y constituir lo aprendido en praxis debiera ser el desafío de quienes se forman en este espacio académico. La Academia es un proyecto que se funda por la Vicaría de la Solidaridad para cobijar a los profesores exonerados de las universidades tradicionales en tiempos de la dictadura. Con el tiempo se transforma en el cobijo de los jóvenes y no tan jóvenes excluidos de la educación pública. No es casual que en la UAHC se reciban tantos estudiantes por convalidación, como es mi propio caso, ni que un porcentaje muy alto sean padres y trabajadores part time o full time, tanto en la diurna como en la vespertina. Siendo tremendamente injusto el pago por el derecho a estudiar, esta universidad asume que el cobro de aranceles debe ser el menor del mercado… lamentablemente las leyes de la oferta y la demanda siguen marcando la pauta y en estas condiciones la competencia es absolutamente desleal, como sucede - aunque Friedman y Hayek no lo reconocieran- con todas las condiciones que ofrece el libremercado. Esta brutalidad del sistema educativo, al que nos obligara el neoliberalismo y el que los neoconservadores se han esforzado por perfeccionar y profundizar, nos mantiene en alerta. A universidades como estas, le quedan tres opciones: o se adapta, o se muere o presenta modelos educativos alternativos. Adaptarse a la competitividad significa subir los aranceles, estimular el endeudamiento bancario de sus estudiantes, contratar personal con empresas externalizadas, mantener a los profesores en la inestabilidad laboral, entonces, su misión y su visión quedan en el tacho de la basura. Presentar alternativas de modelos educativos es por tanto la única manera de mantener vivo el espíritu de esta casa de estudios. Disputar el espacio en donde se construye el conocimiento es una tarea primordial. Profundizar las instancias democráticas, como ser la primera institución de educación superior privada en Chile en implementar un sistema de elección universal para sus autoridades, es una decisión que marca un hito no solo para la Academia de Humanismo Cristiano, sino que para el sistema de educación implementado a nivel nacional. Ejercer rol público significa educar con profesionales comprometidos con su pueblo, funcionarios asociados al sindicato más numeroso de la educación superior, académicos participantes disputando la construcción del conocimiento, estudiantes organizados creando conocimiento nuevo. Ejercer rol público desde esta institución paradójicamente de propiedad privada, es un imperativo moral, en tanto es una necesidad de este pueblo y de la clase con la que se identifica. Hay que disputar el terreno de las ideas, hay que hacer que emerja desde cada rincón las alternativas al modelo que no nos gusta y que nos aprontamos a cambiar. Hay que organizarse, en cada puesto de trabajo, ahora que salimos prestos a trabajar con sueldos mezquinos, con jornadas extensas en sistemas flexibles e inestables. Y no olvidarnos nunca de este espacio que no es sólo académico, que es perfectible y que está lleno de contradicciones como todos los rincones del mundo. Ahora que estamos fuera es obligación nuestra transportar lo aprendido y compartir con otros el crecer. Como dijo Silvio Rodríguez, “Yo vivo de preguntar – porque- saber no puede ser lujo”.
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